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martes, 22 de diciembre de 2020

EL ORIGEN SACRO, CÓSMICO Y HERÓICO DE LA NAVIDAD


Ilustración de una antigua celebración de Yule, como se ve en el periódico alemán Die Gartenlaube en 1880.


“En lenguaje astronómico, el solsticio de invierno es el día en que el sol toca el punto más bajo de la elíptica, casi como si se alejara y se hundiera en la noche. En la época de las grandes glaciaciones, la humanidad blanca que quedaba en el continente europeo celebraba en este día la muerte y resurrección del sol. Al amanecer, después de la noche más larga del año, fuegos en forma de rueda recibieron al Sol invicto que se elevaba desde el abismo. Hoy, en el horizonte de Europa, está el solsticio de invierno , un invierno interminable de servidumbre y vergüenza. Pero creemos, queremos creer en la inminente resurrección de la Luz”. Adriano Romualdi


En “Roma e il natale solare nella tradizione nórdico-aria” (Roma y la navidad solar en a tradición nórdico -aria) ( La Difesa della razza , 1940), Evola escribe: 

Muy pocos sospechan que las fiestas (es decir, los días santos católicos) de hoy, en el siglo de los rascacielos, la radio, los grandes movimientos de masas, se celebra y continúa. . . una tradición remota, devolviéndonos a los tiempos en que, casi en los albores de la humanidad, comenzó el movimiento ascendente de la primera civilización aria; una tradición en la que, además, se expresa la gran voz de esos hombres más que una creencia particular.

Un hecho desconocido para la mayoría debe recordarse en primer lugar, a saber, que en sus orígenes coincidieron la fecha de Navidad y la del comienzo del nuevo año, no siendo esta fecha arbitraria, sino relacionada con un evento cósmico preciso, a saber, el solsticio de invierno. El solsticio de invierno cae de hecho el 25 de diciembre, que es la fecha de la Navidad, posteriormente conocida, pero que en sus orígenes tuvo un significado esencialmente solar. Eso aparece también en la antigua Roma: la fecha de la Navidad en la antigua Roma era la de la salida del sol, el Dios invicto, Natalis solis invicti . Con eso, como el día del nuevo sol - dies solis novi- en la época imperial trajo el comienzo del nuevo año, el nuevo ciclo. Pero este “nacimiento solar” de Roma en el período imperial, a su vez, se refería a una tradición algo más remota de origen nórdico-ario. Del reinicio, Sol, la divinidad solar, apareció ya entre los di indigetes, es decir, entre las divinidades de origen romano basadas en ciclos de civilización aún más lejanos. En realidad, la religión solar del período imperial, en gran medida tuvo el significado de una recuperación y casi de un renacimiento, lamentablemente alterado por varios factores de descomposición, de una herencia aria muy antigua.

Imágen del Sol Invictus romano, disco de plata, siglo III, hallado en Pessinus (Museo Británico).

En primer lugar, aclaremos una idea errónea sobre la fecha del 25 de diciembre, que algunos han creído que representa un error por parte de Julius Evola. Julio César, en su reforma del calendario del 46 a. C., sí fijó la fecha del solsticio de invierno el 25 de diciembre. A lo largo de los siglos, el error en la longitud del juliano hizo retroceder gradualmente la fecha astronómica. Cuando el Papa Gregorio reformó el calendario juliano, comenzó con un año posterior, correspondiente a un concilio de la Iglesia, en lugar del año original del 46 a. C. Por esta razón, el solsticio de invierno se movió hacia el 21 de diciembre en lugar del 25 de diciembre original. Por lo tanto, Evola tenía razón en su afirmación de que los datos de Navidad coincidían con el solsticio de invierno.

En el artículo, Evola vincula la fecha con el nacimiento de Mitra. También señala que en la antigua Roma, el "día del sol" era también el "día del Señor", otra tradición "adoptada" por los cristianos. También vincula este simbolismo de la luz con el prólogo del Evangelio de Juan.

La verdadera luz que ilumina a todo hombre venía al mundo

Evola concluye el artículo:

En la tradición aria y nórdica y en la propia Roma, el mismo tema tenía una importancia no solo religiosa y mística, sino sagrada, heroica y cósmica al mismo tiempo. Era la tradición de un pueblo, a quien la misma naturaleza, la misma gran voz, sobre la que escribí, en esa fecha, una tradición de un misterio de resurrección, del nacimiento o renacimiento de un comienzo no solo de “luz” y vida nueva, también de Imperium, en el más alto y augusto sentido de la palabra.

Por Cologero/ Gornahoor


            Origen de la Navidad

Cada año, cuando se aproxima la tradicional fecha del 25 de diciembre, todas las sociedades del mundo sufren las mismas  dificultades, contratiempos, disgustos e impedimentos de una sociedad que hace culto y honor a la bestia capitalista; el consumo. Se gasta lo que no se tiene y se celebra LO QUE NO SE ENTIENDE.  El sentido y la esencia navideña se fueron perdiendo con el pasar de los años y esta se transformó en una GRAN ORGÍA DE ALIMENTOS Y REGALOS que para nada conforman el espíritu que debe tener esta fecha tan importante.  Tan es así, que hasta hay quienes repudian estas celebraciones por creer que solo son un invento comercial.  Nunca una mentira se ha perpetrado y tergiversado tanto como es el VERDADERO ORIGEN DE LA NAVIDAD. 

En casi todo el mundo se celebra de maneras diferentes  a partir del supuesto nacimiento de Yeshua. En Persia, unos dos mil años antes de este supuesto alumbramiento, se celebraba el nacimiento de Mitra, dios de la luz, los egipcios adoraban a Horus, divinidad que provenía de la matriz virginal de Isis. Los aztecas conmemoraban el arribo de Huitzilopochtli, divinidad guerrera y solar. Los romanos a Apolo con su fiesta del Sol Invicto. Los germanos y escandinavos a Frey, dios del Sol Naciente, la fertilidad y la lluvia ornamentando un árbol de fresno, símbolo del legendario Yggdrasil, árbol de la Vida o del Universo. Según la cosmogonía nórdica, conectaba los nueve planos del cosmos, sus raíces y ramas mantenían unidos los distintos mundos, entre los que se destacaban, Asgard, tierra de los inmortales coronada por el Valhalla y residencia de Odin/Wotan. Midgard, reino de los humanos mortales y Helheim, morada de los muertos.

               Yggdrasil, árbol de la Vida o del Universo

El judeo cristianismo, al no poder  eliminar  aquellos símbolos, rituales, mitos, festividades y tradiciones paganas los “cristianiza”. San Bonifacio, evangelizador de la Germania pagana taló un fresno de tal naturaleza, plantando una conífera adornada de velas y manzanas. Sus hojas perennes simbolizaban el amor permanente al Dios bíblico; las manzanas, en las que han derivado los tan conocidos adornos esféricos, representaban las tentaciones y el Pecado Original, y los candiles equivalían al Cristo como Luz del Mundo. Tal es el germen originario de la iconosfera exotérica de la Navidad en el presente: sólo una deformación de mitologías preexistentes “acomodadas” por el Cristianismo, apropiándose de ellas y eliminándolas con la globalización religiosa y cultural que el Imperio Romano (una vez que adaptó el credo de la cruz luego del reinado de Constantino), impuso a la Europa conquistada hasta el día de hoy. La leyenda de un dios que muere y resucita es  frecuente entre los pueblos celtas, germanos, griegos, egipcios y arios. Es extraño y no casual que la fecha del 25 de diciembre en que los cristianos celebran la natividad de Jesús coincida con la fecha en que los paganos festejaban miles de años antes el renacimiento del Sol luego del largo invierno. Según la Biblia, María y José no encontraron hospedaje en la ciudad de Belén, debido a que se celebraba una festividad judía y la población del campo ahora se encontraba en la ciudad; en consecuencia debieron alojarse en un establo. ¿Cuál es la celebración que conmemoran los judíos un 25 de diciembre? Ninguna, la única es la de Hanukha, y se conmemora por los eventos que sucedieron durante la revuelta macabea ocurrida muchos años DESPUÉS de la muerte de Jesús. Un total contrasentido. También el nacimiento del niño Dios, tiene una  “extraña” y “casual” similitud con la tradición hindú de Krishna, la octava reencarnación del dios Vishnú. El tirano Kamsa advierte del nacimiento del niño-dios ordena la muerte de todos los infantes nacidos en esa época, igual que como aseguran los cristianos que hizo Herodes aun cuando no existe registro histórico que corrobore ese hecho. Los padres de Krishna también escapan a una ciudad vecina, Vrindaban y Krishna también nace en “un establo”. Tras la Navidad  se oculta una de las más importantes  y profundas constantes del alma de la cultura europea.  La noche del 24 y 25 de diciembre marca el solsticio de invierno, la noche más larga del año. 

En la Biblia, Malaquías escribió refiriéndose al Mesías, “el Sol de la Justicia”. También Arthur Weigall (1880-1934, egiptólogo, periodista y escritor) expresa al respecto: “Esta nueva fecha fue elegida enteramente bajo influencia pagana. Desde siempre había sido la del aniversario del sol, que se celebraba en muchos países con gran alborozo. Tal elección parece habérsele impuesto a los cristianos por hallarse éstos en la imposibilidad, ya fuera de suprimir una costumbre tan antigua, ya fuera de impedir al pueblo que identificara el nacimiento de Jesús con el del Sol. Así hubo que recurrir al artificio, frecuentemente empleado y abiertamente admitido por la Iglesia, de dar una significación cristiana a este rito pagano irreprimible" (Survivences païennes dans le monde chrétien, París, 1934).

Esta misma tesis es admitida por numerosos autores cristianos. Credner, en 1833, señalaba: "Los Padres transfirieron la conmemoración del 6 de enero al 25 de diciembre porque la costumbre pagana quería que se celebrara en esta fecha el nacimiento del Sol, encendiendo velas en signo de alegría, y porque los cristianos tomaban parte en estos ritos y festejos. Cuando los doctores vieron cuán ligados seguían los cristianos a esta fiesta, tomaron la decisión de hacer que la Natividad se celebrara en este día" ("De natalitiorum Christi origine", Zeitsch, Hist. Theol., III).

Para los cristianos el día del Señor es el domingo (día del Sol) una prueba más del culto Solar que envuelve al Cristianismo. Uno de los más antiguos dispensadores de regalos es, curiosamente, San Martín, el mismo que da la señal para la matanza ritual del cerdo, patrón de las fiestas del buen comer y mejor beber, del que quedan evidentes huellas en diferentes regiones alemanas y en algunas zonas rurales de Bélgica, como así también en Cataluña. El escritor F.X. Weiser, explica: "tras el nombre de Santa Claus se oculta la figura del dios pagano germánico Thor, cuya leyenda ha pasado al viejo obispo en la presentación moderna de San Nicolás. Para nuestros antepasados paganos, es el dios más alegre y mejor, que nunca dañaba a los humanos, sino que los ayudaba y protegía. En cada casa se le consagraba un lugar especial ante el altar, y se decía que descendía por la chimenea en su elemento, el fuego" (Fetes et coutumes chrétiennes. De la liturgie au folklore, Mame, 1961). 

Pero este origen germánico se complica si tenemos en cuenta que, en la tradición popular de los Países Bajos, se dice que San Nicolás viene de España. ¿Es sólo un recuerdo de la época imperial? El antropólogo José Antonio Jáuregui narró hace poco tiempo su descubrimiento de que hacia los siglos XV o XVI existía igual fiesta de San Nicolás en Valencia, lugar de escasísima presencia germánica. ¿Es la misma fiesta? ¿Tal vez el actual San Nicolás centroeuropeo es una composición de elementos germánicos y otros mediterráneos aportados por los soldados españoles? Misterio. En todo caso, lo seguro es que no se trata del obispo de Mira.

    El Árbol Eterno

Los primeros datos acerca de esta costumbre en la época moderna datan de los años 1521 y 1539, y siempre circunscritos a esa región de Europa. No se extenderá por todo el continente hasta el siglo XIX. El tema del árbol ligado a la fiesta del solsticio parece ser antiquísimo, J. Lefftz lo remonta al paganismo antiguo (Elsässischer Dorfbilder, Wörth, 1960) y parece claro que no hay ningún rastro cristiano en él. En la simbología cristiana, el único árbol conocido es el árbol del jardín del Edén, del que Adán comió el fruto prohibido, desobedeciendo a Yahvé. Por el contrario, algunos datos de la vieja Irlanda y sobre todo de Escandinavia permiten remontar esta costumbre a un viejo culto al árbol germánico. En la actualidad se admite, con M. Chabot, que "en los tiempos paganos, en las fiestas de Yule, celebradas a finales de diciembre en honor del retorno de la Tierra hacia el Sol, se plantaba ante la casa un abeto del que colgaban antorchas y cintas de colores". El árbol no aparece solo en la tradición germana, sabemos gracias a Virgilio,  que en Roma durante el periodo de las saturnalias, se colgaba en plaza pública un árbol cargado de juguetes. Es indudable que el árbol es un componente arraigado en las tradiciones europeas, es un SÍMBOLO SAGRADO, trabaja como eje y pilar del mundo. 

El árbol, con su imponente y sobrecogedora  estructura, sus bellas hojas, su sólido tronco y sus hondas raíces, es una representación del COSMOS Y DE SU ORGANIZACIÓN; pone en contacto los diferentes niveles del mundo (el cielo, la superficie y el reino subterráneo); une el presente, el pasado y el futuro, y liga al hombre con su linaje y su devenir. Vínculo de lo continuo y lo discontinuo, representa la vida que nunca se consuma y por eso es símbolo de la regeneración perpetua de la vida (así como su color lo indica, verde). El solsticio de invierno, es un testimonio fiel del RENACIMIENTO ETERNO DEL SOL. Por lo tanto, Árbol y Navidad, mantienen entre sí una conexión indestructible de profundos significados.

En una antigua tradición nórdica, los árboles de hoja perenne se quemaron para fomentar el regreso del sol. Un descendiente directo de esta práctica que todavía se lleva a cabo en la actualidad es la quema del tronco de Yule. El tronco ceremonial de Yule, idealmente de Ash, del árbol del mundo nórdico Yggdrassil, es el punto culminante del festival del solsticio. De acuerdo con la tradición, el tronco de Yule debe cosecharse en la tierra del dueño de la casa o regalarse, pero nunca debe comprarse. Una vez arrastrado a la chimenea, se decora con vegetación de temporada, se bendice con sidra o cerveza y se prende fuego con un trozo de tronco de los últimos años que se ha guardado para este propósito. Luego, el tronco arderá durante la noche, arderá durante 12 días y se extinguirá ceremonialmente. El papel del tronco de Yule es traer prosperidad y protección contra el mal.

Esto es la Navidad; un antiguo rito pagano, hondamente religioso; solo quienes son muy ignorantes niegan la existencia de una religión pagana, y que el cristianismo, en Europa, adoptó con toda naturalidad, generalmente forzada por el sentido popular de lo sagrado, de la misma manera el cristianismo apropio gran número de elementos rituales cuyo significados sacros ocuparon el continente europeo mucho antes de que hiciera su aparición Yeshua el hijo de Yahvé. Somos muchos los que lamentamos profundamente la pérdida de la esencia y el origen de la Navidad. No es el Sol Invicto quien va a matar a Jesús el 25 de diciembre, sino que es Mammón, ese dios abyecto del dinero, quien parece haber exterminado a los dos. 

Tal vez perciban muchos pobladores europeos que el Sol se ha puesto definitivamente en un solsticio apocalíptico. Pero, no, el Sol siempre vuelve a salir; el Sol volverá. Esto es lo que significa la Navidad. Y ésto es lo que algunos, fieles a todas nuestras raíces, hemos celebrado y celebraremos desde siempre. 

No es el héroe quien nace y se educa en el heroísmo, sino el que surge como reacción a la NADA que avanza.  Ni siquiera nuestros enemigos más poderosos podrán apagar el fuego del solsticio mientras nuestra gente viva. Nunca dejes que el fuego navideño muera. 

  ¡Salve al nuevo amanecer que se avecina! 

                     

Cuando la tierra es estéril, la luz renace.

Cuando los animales duermen, la luz renace.

Cuando todas las hojas han caído, la luz renace.

Cuando los ríos se congelan, la luz renace.

Cuando las sombras se alargan, la luz renace.

Cuando el calor ha desaparecido, la luz renace.

En la noche más oscura, la luz renace.



lunes, 22 de junio de 2020

TRADICIÓN, SANGRE Y TIERRA


En tiempos de confusión y tergiversaciones y habiéndose cumplido este 21 de junio, un nuevo solsticio de verano en el hemisferio norte y de invierno en el sur, nos ha parecido oportuno ejercitar la memoria en torno a la paganidad. El siguiente escrito, rescatado del olvido, nos mueve a reflexionar sobre nuestras raíces, tradiciones, costumbres, vida espiritual y mitología. Nos aventura a indagar sobre los múltiples rostros de un TODO y sobre nuestros ancestros, que aún están entre nosotros guiándonos hacia al origen. El siguiente texto producirá profundas reflexiones que el lector no podrá soslayar.
“Nosotros nos enfrentamos a la vida materialista, nuestro punto de vista es que el mundo no está regido por lo mecánico sino por lo espiritual. Tenemos el convencimiento de que hay algo por encima de nuestro espíritu. Algo que sobrepasa todo aquello que el hombre puede comprender con su limitado entendimiento. La creencia en la existencia de un poder superior, de un Todopoderoso, la llamamos religiosidad. Pero la religiosidad se diferencia totalmente del dogmatismo. Al contrario, cuanto más religioso es un hombre menos tiene que ver con apariencias confesionales. Pero una auténtica y profunda religiosidad tiene un significado, especialmente en tiempos de miseria. Esta religiosidad a la que nos referimos juega un papel importante en tiempo de elevada miseria, cuando un hombre sufre accidentes, desgracias, o también cuando un pueblo es desafiado al último combate, a combatir por su existencia” .   Rudolf Hess
 “Un día todos han de morir, y se les cubrirá con tierra. Nadie en la tierra los recordará como guarda en su memoria al hijo a su padre y el nieto a sus abuelos. Vuestra sangre se extingue y la rosa del recuerdo no podrá florecer nunca más” .  Otto Rahn.
"Lo sagrado no se encuentra fuera sino en el interior de nosotros mismos. Pues Dios no es sólo del cielo sino también de la tierra, él no nos espera tras la muerte sino que nos ofrece la creación y la vida. Dios está presente en los misterios de la creación y de la naturaleza. Está en el sol, en las estrellas, en el día y en la noche, en los árboles y en las olas. Dios nace con las flores y muere con las hojas; respira con el viento y nos habla en el silencio de la noche. Es la aurora y el crepúsculo, la bruma y la tempestad. Dios se encarna en la naturaleza. La naturaleza se expande sobre la tierra y ésta se perpetúa en la sangre” .    Jean Mabire.

Por Federico Gulfáriz

Al contemplar los restos de aquellas civilizaciones indoeuropeas, al caminar entre sus siempre esplendorosas ruinas, al observar y deleitarse con sus inigualables obras de arte, hoy en día podríamos decir que casi insuperables por su magnanimidad y belleza, un sentimiento sobrecogedor inunda los corazones de algunas pocas personas y “se agita el espíritu y son removidos aquellos fondos tenebrosos del alma, en que duermen los recuerdos ancestrales, reaparecen las figuras míticas, hechas fantasmas, pero fantasmas vividos y palpables” [1]. 

Ciertamente, si no se nos agita el espíritu, más allá de nuestros fantasmas, si no vibramos día a día, de seguro que nos falta lo esencial, libres de falsas elucubraciones: “La Voz de la Sangre”.

Muchas han sido las interpretaciones de la Paganidad: desde simples mitología, arrinconadas por el avance del Cristianismo, hasta pura y llana literatura. Lo cierto es que nos encontramos ante múltiples tradiciones –céltica, germano-nórdica, greco-romana, tracio-eslava, mazdeísta e hindú, (por citar la catalogación de G.Dumezil). No pretendemos explicarlas todas (no es el contenido de este artículo) pero sí ensalzar el saber de esas tradiciones europeas de las cuales podemos extraer oro alquímico para nuestras vidas, ser conscientes de que tenemos un legado antiguo, sin recurrir a las tradiciones semíticas para dar forma a nuestra Fe. La Paganidad, ha sido denostada y desprestigiada por el mundo intelectual judeo-cristiano y demás herederos:

“Mientras tradiciones verdaderas acreditadas entre los pueblos más antiguos: atenienses, egipcios, arcadios, frigios y otros, hacen salir a la primera generación humana del seno de la tierra, ellos, los judíos, amontonados en un rincón de Palestina, que por ignorantes en letras, jamás habían oído que tales cosas habían sido contadas otrora por Hesíodo, y por muchos poetas divinamente inspirados, imaginaron una historia muy creíble y muy grosera. Dios habría fabricado con sus propias manos un hombre, habría soplado sobre él, habría sacado una mujer de sus costillas, les habría dado unos mandamientos, y una serpiente que contra ellos se habría erguido, sobre ellos triunfó: buena fábula para las viejas, narración donde contra toda piedad, se hace de Dios un personaje tan pobre desde el comienzo, que se muestra incapaz de hacerse obedecer por el único hombre que él mismo ha formado” [2]. Esta es la personal opinión de un neoplatónico del siglo II d.C.

Otros autores destacaban el peligro del Paganismo hoy en día, como fenómeno de secta. Curiosidades históricas, ya que en la Antigüedad, en esta Edad del Hierro, existían debates abiertos entre los conversos al Cristianismo y entre los filósofos neoplatónicos como Celso y Porfirio (por citar dos ejemplos), detectando en la Iglesia actitudes de sociedades sectarias [3]. Hoy en día, la Iglesia Vaticana encierra entre los muros de Su Sede, un Saber Antiguo y Pagano que quizás se pudiese recuperar. Su Saber, no es más que un boyante negocio, el auténtico saber está muy, pero que muy oculto. Extiende sus redes a través de órdenes, algunas de ellas destinadas exclusivamente a perpetuar intereses políticos y económicos a lo largo y ancho del planeta, obviando por completo el auténtico mensaje de su fundador Jesucristo. Y los que realmente siguen el mensaje de su fundador, no tienen el valor suficiente para denunciar y luchar contra el cáncer que se acelera. Prefieren una “medicina curativa” que tomar posiciones en medidas profilácticas y “medicina preventiva”. Esta fuerza y valor de lucha es extensible a otras religiones, desvirtuadas por múltiples factores, intereses políticos y económicos de determinados grupos de presión, especulación pura y absoluta por los falsos guías que existen en la actual humanidad. Y es que “es un verdadero Guía espiritual, aquel que ha obtenido el conocimiento de la naturaleza de la Realidad por su indiferencia al mundo, su ecuanimidad y su razonamiento y está animado por el deseo de iluminar a los demás” [4].

Dejando a un lado la típica y tópica significación de la raíz latina paganus (sentido peyorativo-negativo) empleada por muchos autores, como hombre perteneciente a la aldea, rústico, infiel, el intentar definir y expresar un término de uso frecuente como Paganidad (mejor que Paganismo) en ciertos y determinados círculos culturales, al darle un giro positivo- objetivo tal como se merece, podríamos referirnos a ello como un conjunto de creencias religiosas, Fe, de nuestros Ancestros que ordenaban la vida espiritual y socio-comunitaria de aquellos hombres y mujeres. Estos seres humanos, pueblos y civilizaciones de una época muy diferente a la que nosotros vivimos, lejos de idílicas y románticas escenas (la mejor de las veces, por no mentar la visión “judeo-hollywoodiense” que nos ofrece la industria del cine), con sus problemas de subsistencia, diferentes por completo del mundo moderno, tenían presente la manifestación de lo Sagrado a través de objetos y ritmos cósmicos, integrantes de un TODO, de un TODOPODEROSO: ciclos estacionales (con sus respectivos festivales), árboles, manantiales, montañas, animales, etc., lejos de caer en un Panteísmo (tal como algunos han pretendido), su religiosidad sería una ligazón al TODO, que se manifiesta en lo múltiple, de ahí sus dioses, sus sagas, sus desventuras y aventuras. Sería una “religiosidad cósmica”, primordial, en palabras de Mircea Eliade. Continua el autor: “Yo viví entre paganos, viví entre gentes que participaban de lo sagrado a través de sus dioses. Y sus dioses eran figuras o expresiones del misterio del universo, de esta fuente inagotable de creación, de vida y de bienaventuranza… A partir de ahí comprendí el interés que todo ello implicaba para la historia general del las religiones. En resumen, se trataba de descubrir la importancia y el valor espiritual de lo que llamamos Paganismo” [5].

Conviene aclarar que el concepto de Paganismo-Paganidad, tal y como lo denominamos convencionalmente, no existió como fenómeno histórico, ya que un hombre tradicional céltico, romano o nórdico, no creían “globalmente” en la Paganidad, sino que por el contrario, era un hombre depositario de su tradición, druídica u olímpica. Poseían una Fe Natural, espontanea, que dio al mundo civilizaciones por milenio y medio, mutatis mutandis. El genio y espíritu europeo, pagano por esencia y naturaleza no ha tenido comparación en la historia de las civilizaciones: ”sólo por esta razón puede tener valor, aun para aquellos que no gusten del sentido del vilipendio que se da a la palabra “Paganismo”, el nombre que concreta en el fondo un concepto de vida y expresión de fe que fueron herencia de los pueblos clásicos” [6]… y de los pueblos bárbaros, bien podríamos añadir. La Europa pagana fue eso, Clasicismo y Barbarie, Saber y Regeneración.

Centrándonos en las definiciones de Paganismo, René Guénon ya nos advierte como guía para los buscadores de la Traditio, que: “… quienes llaman “Paganismo” a las doctrinas de la Antigüedad sin darse cuenta que éste es un término injurioso y bastante polémico”. Y a continuación se nos explica detenidamente el porqué":  Fabre d´Olivet, en sus Exámenes de los Versos Dorados de Pitágoras, dice muy justamente al respecto: "El nombre de “pagano” es un término injurioso e innoble, derivado del latín paganus, que significa rústico, campesino. Cuando el Cristianismo hubo triunfado sobre el politeísmo griego y romano y que, por orden del emperador Teodosio, fueron derribados en las ciudades los últimos templos dedicados a los Dioses de las Naciones, se encontraron con que los pueblos del campo persistían aún mucho tiempo en el antiguo culto, lo que hizo llamar por irrisión pagani a todos los que los imitaban. Esta denominación, que podría convenir, en el siglo V, a los griegos y a los romanos que rehusaron someterse a la religión dominante del Imperio, es falsa y ridícula cuando se extiende a otros tiempos y otros pueblos”. Y concluye de la siguiente manera: “En realidad, hay aquí una grave confusión, entre cosas de orden totalmente diferente, y esta confusión, en quienes la han creado o quienes la mantienen, parece no ser siempre puramente involuntaria; es debido sobre todo, en el mundo cristiano e incluso también en el mundo islámico,… a enemigos o a negadores del esoterismo, que quieren así, por una falsa asimilación, hacer recaer sobre este algo de descrédito inherente a las “sectas” propiamente dichas, es decir en suma a las ”herejías”, entendidas e un sentido específicamente religioso “ [7]

Siguiendo los pasos de J. Evola, concretando la definición de Paganismo, podemos leer lo siguiente: “Con la finalidad de glorificar y afirmar la nueva fe, una cierta apologética cristiana, siguiendo la mala costumbre de desacreditar a los otros para sobrestimarse a sí misma, procedió a una deformación muchas veces sistemática y consciente de casi todas las doctrinas, los cultos y las tradiciones anteriores, a las cuales les hizo justamente comprender la designación colectiva y despreciativa de paganismo” [8].

La apologética cristiana, continúa Evola, supuestamente ha difundido la concepción pagana en la vida. Lo que hasta hoy conocemos es a través de la calumnia y como mucho del neopaganismo, a veces bajo formas idílicas o propiamente racionalista.

Influencia y Valores del Paganismo

Múltiples y variopintos han sido los escritores de narrativa, ensayo y poesía que en nuestra reciente historia europea han bebido de las fuentes del Paganismo, esos valores eternos y divinos que conforman nuestros pueblos.

Algunos de ellos son: Hölderlin, Novalis, Nietzsche, Laconte de Lisle, Louis Menard, D´Anunnzio, Celine, La Rochelle, Knut Hamsusn, Miguel Serrano, J.R.R.Tolkien, Marguerite Yourcenar, Rodrigo Emilio, Morgan Llywelin, Alvaro Cunqueiro, V.Risco, Alain de Benoist… y un largo etcétera que nos dejamos en el tintero, pero que no olvidamos.

El mundo de la Paganidad tiene su atractivo. No existe una vuelta al Paganismo, sino un regreso, una apelación al Paganismo, es decir: ”no se pretende un cristianismo restaurado por el hombre occidental, sino un cambio en los valores del actual sistema, de su crisis filosófica, poética, económica… espiritual, definitivamente” [9]

No es tarea fácil, el conocer la auténtica sabiduría de las religiones paganas. Desde luego no consiste en edificar templos dedicados a Apolo, ni ofrendar sacrificios a Lugh en el claro del bosque, sino en considerar que la gnosis del “Dius Pater-Dagda-Brahma” al darnos a los dioses, no está sino en considerarlos en centros de valores, ya que las creencias, las formas y los dioses pasan, pero no los VALORES… éstos permanecen.

Dentro de la influencia que hoy en día ejerce la Paganidad, debemos observar las fiestas que nos han llegado hasta finales del siglo XX. No dejan de ser estas fiestas, con sus creencias, costumbres y supersticiones la mayor de las veces “Paganismo de tercera función”, mientras que el “Paganismo soberano” apenas nos ha llegado, ya que en materia de conversión, siempre fueron las elites las que renegaron y traicionaron a la Antigua Religión. A partir de ahí, nacieron “paganos y heréticos”, pero “un día todos han de morir, y se les cubrirá con tierra. Nadie en la tierra los recordará como guarda en su memoria al hijo a su padre y el nieto a sus abuelos. Vuestra sangre se extingue y la rosa del recuerdo no podrá florecer nunca más”, como nos relata Otto Rahn.

La fiesta aparece desde que el ser humano tiene conciencia de sí mismo y de lo que le rodea. El ser humano en relación con las cuatro estaciones, crea una serie de hitos cronológicos relacionados con los cuatro elementos de los que depende: tierra, agua, aire y fuego solar. Los elementos se convierten en símbolos y con ellos nace un arte de crear a partir de una tradición y de una identidad. Todas las fiestas, solsticios, equinoccios, se caracterizan por afianzar la sociedad. Es un medio de socialización del ser humano a través de las relaciones que se establecen. Es el caso de la Navidad, por ejemplo, que era una fiesta para afianzar la casa, la familia, la parroquia. Pero no se limitaba a afianzar solamente las relaciones sociales de la casa o de la parroquia de los vivos, también la de los muertos. En estas fiestas siempre había un recuerdo para aquellos seres que ya no están entre nosotros, para los Ancestros. Existió toda una ceremonia, un rito, alrededor de esos difuntos.

Los símbolos paganos se adaptan con el Cristianismo, se adaptan a las nuevas creencias, por imperativo legal (que no espiritual). El echar arroz o salvado en las bodas, simbolizaba el desear fecundidad a la pareja recién casada, ya que donde hay harina hay hornos que trabajan, hay molinos, hay tierras, hay campos y animales, símbolos de abundancia. Con la actual sociedad de consumo, el valor del símbolo se transforma en valor de uso, en vez de harina o salvado, hoy en día se echa confeti. Al mediatizarse la fiesta, pierde autenticidad. Estas fiestas son muy distintivas, al manipularlas pierden su ingenuidad, su sentido primitivo, su libertad…

Pero volviendo al “Paganismo soberano” teniendo como premisa todas aquellas tradiciones, portadoras de una Philosophia Perennis, herederas de una tierra de la Luz [10], vías que conducen a un mismo fin, el hombre occidental debe ser cauto, respetuoso y virtuoso para con ellas, sabiendo que el camino espiritual a seguir por medio de la Teknos-Arjé nos lleva a la Prudentia-Frónesis trascendiendo posteriormente a la Sapientia-Sophia. Éste es nuestro yoga a seguir en las tradiciones de la Paganidad, el cual debe estar presente en nuestro modo de vida. J.Evola ya nos cuenta que: ”…el mundo pagano de la vida no fue para nada el de una estúpida “inocencia” o de una licencia de carácter naturalista, salvo alguna forma de decadencia más que manifiesta. El mismo ya en su momento conoció un dualismo, que se refleja también en concepciones religiosas o metafísicas generales, como por ejemplo, en la antagonística, ya mencionada y conocida por todos, sostenidas por los arios del antiguo Irán, o como la oposición dórico-aria entre las dos “naturalezas”, entre el mundo del devenir y “supra-mundo“, o como la ario-nórdica entre la raza de los Asen y el “mundo elemental”, o como entre la indoaria entre el sâmsara, la “corriente de las formas” y mukthi, en tanto que liberación, y así sucesivamente” [11]. En definitiva, “nuestro camino” (empleando la terminología sánscrita) es Dhyana y Prajna, meditación y respiración (en el sentido védico y buddhista), camino de los dioses, camino al despertar y a la liberación.

Concebir el Paganismo es al fe del primitivo mago que enseñó a venerar las fuerzas divinas, esos centros de valores de naturaleza varia y caprichosa (aparentemente) y la fe del humilde campesino que llevó a sus dioses agrestes a la intimidad de su pagus y los sustrajo de la ferocidad de los nuevos creyentes, de los conversos, y la fe del guerrero que sólo temía que el cielo se le cayese encima o bien morir sin una espada en la mano.

“La mitología céltica, la mitología germánica, mitologías “bárbaras”, mitologías sin textos, excluidas de las escuelas, son desde entonces mitologías rurales” [12], así es, mientras los griegos y romanos sobreviven como mera literatura, porque no se puede acabar fácilmente con esas traditios, otras tradiciones son reprimidas y relegadas al mundo rural y con ello, bajo la imposición de una nueva comunidad social-individulística, como la urbana, poco a poco hasta nuestros días el sentido y el valor del clan, de familia con sus respectivas creencias se modifica. Pero, ¿ cómo no degenera y muere una sociedad donde ya no se tiene claro este orden de valores Sophia-Frónesis-Arjé?. Muchas de las sociedades tradicionales de la humanidad agonizan, incluso aquellas que aparentemente tienen defensas… es obvio que el ciclo de involución no es para la esencia de las doctrinas sino para seres humanos que conforman las sociedades.

Posteriormente, a los paganos se les asoció con corruptos, idólatras e inmorales. Pero el hombre y la mujer, ni son buenos ni son malos. Son lo que son, según la vida que tienen, que les ha sido dada y así lo forman y lo plasman. Las sociedades son antinaturales, predomina brutalmente lo urbano sobre lo rural… en la sociedad rural quedan los ecos lejanos de la sabiduría perdida… ¿ simplemente se adoraban ídolos? No han comprendido nada en su monolítica y desértica mente quien así lo afirme. Si algo se adoraba eran los atributos del Dius Pater, del Todo, de Odín, en cada una de sus partes que el hombre antiguo europeo desarrollaba, incluso limitado por la vocación dentro de la sociedad trifuncional. “No hay identidad de los individuos o de los pueblos sin tener en cuenta los intereses que los han producido, la fuente de la que provienen. Igual que ayer era grotesco espectáculo el ver denunciar los “ídolos” paganos por los misioneros cristianos adoradores de sus propios idolillos, hay algo de cómico en los que denuncian el pasado europeo y no cesan de alabar la continuidad judeocristiana y de reenviarnos al ejemplo “siempre actual” de Abraham, Jacob, Isaac y otros beduinos protohistóricos” [13] .

Para nosotros paganos cultivados, todos los dioses son igualmente respetables, puesto que representan múltiples rostros de una misma Divinidad, todos por el TODO, todo por Él (caer en lo contrario es de mentalidad semítica). Una buena prueba de que los dioses pueden existir la tenemos en Séneca, un paganismo soberano y propio de la virtus romana: “ si al tiempo probáramos que la providencia está al frente de todo y que Dios se ocupa de nosotros, pero que ya existe el acuerdo de arrancar una parcela al todo y resolver una sola de las objeciones mientras el pleito se mantiene íntegro, haré algo no difícil; defender la causa de los dioses”. Prosigue en su dialogo de la siguiente forma: ”…el hombre bueno sólo difiere de Dios por la duración. Es discípulo suyo, emulador y verdadero progenie: el Padre, magnífico, exige la virtud sin contemplaciones; tal como los padres severos, le educa con extrema dureza. De modo que cuando veas que hombres buenos, gratos a los dioses, se esfuerzan, sudan, ascienden por lo escarpado, y que los malos disfrutan y se dejan arrastrar por los placeres, piensa que nosotros nos complacemos con la moderación de nuestros hijos… Quede claro para ti eso mismo sobre la divinidad: no mima al hombre bueno, lo pone a prueba, lo endurece, lo prepara para ella” [14].

Desde luego, queda claro, que el hombre pagano no consiste de ninguna manera en imaginarse libre de toda obligación o todo apremio, sustraerse a un examen de conciencia. Vivimos en estado de ignorancia por naturaleza, nuestra misión alquímica es librarnos de la angustia existencial, así como de buscar a Dios y no caer en el deshonor. Esta es la idea de los maestros clásicos, como Séneca, Platón, Jenofonte de Colofón, Pitágoras, Hesíodo, Anaximandro de Mileto, Heráclito de Éfeso… personas portadoras de una herencia y un dharma (por emplear el término sánscrito). Nuestra herencia y ley es abundante, sólo debemos ser conscientes y ponerlo en práctica con uno mismo, hombres buenos, bonhomes, virtuosos y rectos en su modo de ganarse la vida, en sus palabras, acciones, devoción, atención y meditación. Ya tenemos tarea por delante, un camino del que debemos apartar los tres venenos (codicia, odio, envidia) e interpretar la belleza y el bien que nos llevan a la Verdad.

Si uno siembra fuego, así lo recogerá, si le gusta el caos, no puede ser un hijo del Orden, nuevo y antiguo. Cuando un hombre reencuentra el monismo pagano a través de teogonías y cosmogonías, comprende como Jenófanes de Colofón que “uno solo es Dios, entre los hombres y dioses, el más grande, ni en cuerpo parejo los mortales, ni en entendimiento. Todo Él ve, todo Él entiende, todo Él oye, sino que sin esfuerzo, con la decisión que le da su entendimiento, todo lo conmueve. Y siempre permanece en el mismo sitio, sin moverse en absoluto” [15].

Auténticos tratados de teología pagana, con diversas disciplinas, podemos encontrar si nos molestamos un poco en los textos de nuestra historia de la religión y filosofía indoeuropea. Podemos descubrir las maravillas de los atributos de Odín en el Gylfaginning (Eddas), en el Leabar Ghabhala irlandés, la sucesión de razas desde Hiperborea hasta nosotros, hijos del sigloXX de los Thuata dè Dannan. En Anaximandro de Mileto, con su pequeño legado filosófico descubriremos grandes semejanzas y paralelismos con textos como el Vishnû Purâna. Con relación a los mundos infinitos que se forman y disuelven periódicamente o con otros como el Chândogya Upanishad con referencia a los seres que se originan en el “espacio” y al “espacio vuelven”, entendiendo la manifestación del espacio como la sílaba sagrada OM (¿…el poder de la Palabra druídico?). 

Por otro lado los textos atribuidos a Pitágoras de Samos y discípulos, muy relacionados con el Zoroastrismo, contando entre sus reglas la creencia en la abstinencia de carne, la transmigración de las almas, el misticismo del número, el dualismo Yin-Yang. Heráclito de Éfeso, creyendo en su aproximación a Dios que es día-noche, invierno-verano, guerra-paz, abundancia-hambre, pero se torna otro cada vez, igual que el fuego, cuando se mezcla con los inciensos, se llama según el gusto de cada uno.

Seguimos con Platón, donde nos expone a lo largo de su maravillosa obra la Metafísica, la Antropología y la Política. Si nos detuviésemos a entender y comprender las obras de los maestros antiguos, tendríamos claro que el camino es siempre el mismo, con bondad, virtud, fuerza, pureza, genialidad, fecundidad… las disquisiciones entre politeísmo y monoteísmo no tendrían ya sentido. Con lo cual, esa idolatría achacable ha existido y existe en todos los tiempos y lugares, es la sincera manifestación de las muchedumbres que no supieron elevarse a la Divinidad sin necesidad de intermediarios materiales. En la Paganidad, el hombre está libre, no existe esa idea de “lavar los pecados “.

Mente serena, corazón abierto y un cuerpo sano… la serenidad y la calma, el orden, la armonía, la disciplina… son consecuencias de ese esfuerzo sobre uno mismo. Que el retorno a las energías naturales impone y permite obtener, porque la Belleza y la Armonía constituyen en la auténtica sinceridad del corazón, la unidad del Espíritu, el acuerdo de lo exterior y lo interior.

En el mundo de las tradiciones paganas, no existe ese concepto de “revelación” de las tradiciones semíticas. La Fe no se explica, se siente y Dius Pater, Allförd, no tiene términos precisos porque la fe es espontánea, sincera, todo por el Dios ignorado, el que sentimos ser y no sabemos cómo es, el Dios que está en nosotros y fuera de nosotros, ”lo sagrado no se encuentra fuera sino en el interior de nosotros mismos. Pues Dios no es sólo del cielo sino también de la tierra, él no nos espera tras la muerte sino que nos ofrece la creación y la vida. Dios está presente en los misterios de la creación y de la naturaleza. Está en el sol, en las estrellas, en el día y en la noche, en los árboles y en las olas. Dios nace con las flores y muere con las hojas; respira con el viento y nos habla en el silencio de la noche. Es la aurora y el crepúsculo, la bruma y la tempestad. Dios se encarna en la naturaleza. La naturaleza se expande sobre la tierra y ésta se perpetúa en la sangre” [16].

Diógenes Laercio escribió que Dios, la inteligencia, el destino, Zeus, son un solo Ser, y aún es nombrado de muchas formas. Lo cierto es que muchas religiones, por no decir también todas, se han formado a partir de una revelación, desde la de Aquenatón a la del Buddha, desde el Vedanta hasta el Druidismo… lo cierto es que es preciso denunciar el dilema – querella entre las religiones reveladas y las otras. Jean Markale trata esta falsa querella denunciando lo que según el imperialismo y el sectarismo de la Iglesia Católica Romana y el Islam siempre han pretendido detentar la Verdad única y definitiva. Las religiones se han constituido a partir de una revelación, cualquiera que ésta sea, las religiones todas son reveladas, o por el contrario ninguna lo es, así de sencillo. El Zen nos enseña esto como lo primero a tener en cuenta, no hay nadie en posesión absoluta de la Verdad, sólo la Verdad es absoluta en sí y nada más. “Pero los relatos fundadores del Cristianismo o del Islam no son más creíbles que los del Hinduismo, la Religión Griega o el Druidismo. No es dar prueba de agnosticismo el afirmar esta evidencia, es únicamente pretender que nadie tiene derecho a pensar que es el único y exclusivo depositario de la Verdad” [17]. Ideológicamente, en el lenguaje bíblico, siempre ha interesado vincular el endurecimiento del corazón con el estado de paganismo, creo que con objetividad desde la luz de la Tradición primordial, esto es injusto, impropio, subjetivo y falto de argumentos. Simplemente estrategia y manipulación partidista. Es el sí a la Vida, sin deshonor, frente a los supuestos pecados originales. Vivimos en estado de ignorancia todos los seres humanos hasta que no somos conscientes de nuestra auténtica naturaleza, de nuestro verdadero ser.

Recuperar el arte de vivir con honor, con justicia, con belleza, con virtud, con compasión hacia los seres, necesitar de lo sagrado en la alimentación e incluso en nuestra vida sexual, es recuperar valores y un centro en nuestra vida. Ya no poseemos esos dioses arquetípicos, pero sí esos valores divinos, tan necesarios para la existencia como a las fuerzas de la naturaleza. Ésta es nuestra búsqueda del Grial.

Tradición, Sangre y Tierra

Recapitulando y habiéndonos detenido un poco en lo anteriormente dicho, debemos tener en cuenta este orden: Dios Todopoderoso lo primero, no se entiende sin la sangre y la tierra.

Sangre es ante todo familia, la sippe germánica, el clan céltico, el patrimonio romano. Los lazos de pertenencia familiar y consanguinidad, son una asociación que se forma espontáneamente y que decae a lo largo de los siglos. Si se pierde la conciencia de la auténtica familia en esta sociedad individualista, estamos perdidos. Si nos aseguramos una defensa (tanto disuasoria como vengadora) para nuestros derechos y promoción social y personal, no estamos formando un auténtico clan, en el peor de los casos un sucedáneo. Ya quedan en Europa pocos clanes, pocas familias con conciencia de sangre (y no precisamente en la actual y peripatética Nobleza). No se tiene en cuenta a los Ancestros, a veces parece un tema demasiado “orgulloso”, pedante e incluso un tema tabú. Ni lo uno ni lo otro. Con la Sangre nos perpetuamos, gracias a la Sangre estamos aquí, disfrutando y padeciendo una civilización europea que agoniza, que pierde valores cada día que un anciano muere.

Nuestras tradiciones de la Paganidad europea, no son regeneradas directa y globalmente, pero la tradición de Europa vio una puerta abierta a una regeneración (no sabemos hasta qué punto), contemporánea, moderna, en el Nacionalsocialismo. El estado nacionalsocialista es creado por y para los hombres y mujeres, que basados en los mismos principios de Dios, Sangre y Tierra, comienzan a construir los principios populares y aristocráticos que se funden en un hombre inspirado por Dios bajo la consigna de "Ein Volk, ein Reich, ein Fürhrer.. ". Este hombre y estos hombres europeos tienen un gran trabajo por delante que se verá truncado con el ascenso al poder de los aliados y demás mafias. La misión regeneradora de los valores divinos es abortada por los valores demoníacos.

Frente al mundo decadente del individuo, sólo podemos reducirnos, por el momento, a nuestro clan y a quienes como nosotros piense. Frente a la masa que vive en ignorancia, sólo podemos reivindicar una elite despierta y vigilante, siempre alejada de sectarismos.

"No conocemos avatâras que hayan vuelto a regenerar conjuntamente desde hace tiempo los valores eternos de nuestras tradiciones paganas, entendiendo el término avatâra, como un dios “descendido” que “… es una ”apertura” que nos permite ver al Dios que está inmutablemente “en lo alto”. (Lo que “se encarna” en el Avatâra es un aspecto de Buddhi, como Vishnú o Shiva, no es Atma en sí)” [18]. Lo cierto es que esto no es vital para nuestras vidas, no nos va a librar de nuestra angustia existencial de sí hubo o no avatâras, ciertamente, debemos seguir un camino, cada cual el suyo, con unos valores y una práctica diaria en nuestra vida cotidiana. Ojalá nuestros ojos puedan ver y nuestros corazones percibir el regreso de nuestro Rey. Y si no, tanto da, seguiremos viviendo conscientemente con nobleza y vigilancia, como hijos de un orden, del Orden, frente al actual caos. Seguimos viviendo nuestra religiosidad pagana, enriqueciendo la vida auténtica y aplastando la ignorancia, el odio y la codicia. ”Para los indoeuropeos, honrar a una Divinidad, “adorarla” era sobre todo educación y cultivo del instinto de la veneración y el respeto, un colere entre los romanos, un therapeúein entre los griegos” [19].

"Entre el hombre y la Naturaleza, entre la sangre y la tierra, siempre hubo y hay una relación sutil y especial, diríamos que íntima. Retornar a esa comunión entre la Naturaleza y nosotros es buscar nuestra propia naturaleza. Es fundir en un mismo metal átomos diversos creando una robusta y transmisible aleación, si bien “en tal dependencia, en materia de doctrina hay que distinguir sin embargo un doble aspecto, naturalista el uno, sobrenatural el otro, lo cual remite a la distinción ya indicada entre el “totemismo” y la tradición de una sangre patricia purificada por un elemento de lo alto”. Afirma Evola puntualizando que “… ley de sangre y de la estirpe, sea como ley del suelo. Aunque se despierte sin embargo en ellos el sentido místico de la religión a la cual pertenecen, tal sentido mora más allá del nivel del mero “telurismo” . [20]

Es importante tener esto en cuenta, los Ancestros, la Naturaleza, son valores muy importantes en los que debemos ahondar nuestras raíces, como si fuésemos un árbol sagrado, con profundas raíces y ramas que se elevan hacia las estrellas y los cielos. Estos dos valores son fundamentales, nociones importantes en las cuales reside buena parte del alma pagana, aunque no es el centro.

Debemos saber que “con la sangre no se transmitía en ellos ninguna cualidad de carácter trascendente y ninguna “forma” confiada a una tradición ritual rigurosa que secreta regía su vida” [21]. "Tenemos una voz, un recuerdo, una memoria dentro de nuestra sangre, que si sabemos escucharla enriquece nuestra vida y nos conduce a nuestro verdadero Ser. Para ello, para bien de dicho recuerdo y no caer en otra forma de involución, la sangre debe permanecer limpia “la unidad y la pureza de sangre estarían en la base de la vida y de la fuerza de la civilización, la mezcla de la sangre sería la causa inicial de la decadencia. La sangre, la pureza étnica, son elementos que también en las civilizaciones tradicionales poseen un valor: valor que sin embargo no es tal de permitir usar para los hombres, criterios por los cuales el carácter de la “pura sangre” decide perentoriamente para las cualidades de un perro o de un caballo –como al respecto han formulado algunas ideologías modernas. El factor “sangre” o “raza” tiene su importancia, puesto que no es “psicológicamente” en el cerebro y en las opiniones del sujeto – sino en las mismas fuerzas mas profundas de vida que las tradiciones viven y actúan cual energías típicas formativas” [22].

No llega con tener casta, hay que ser merecedor de ella, ello se demuestra con nobleza de carácter, apartando la mezquindad. La tierra que pisamos debemos hacerla nuestra, respirando con ella, observando sus ritmos y ciclos, como obra prístina del Todopoderoso, del Allförd nórdico, del Dagda céltico, del Júpiter-Dius Pater romano, del Brahma indoario.

Estamos en tiempos de disolución de todo lo sagrado, poco a poco y gradualmente se va ocultando. La sangre se diluye, en Europa empieza una poco sana relación de sangres y ello es síntoma (digan lo que digan) no de mestizaje cultural, sino de mezquindad, disolución, degradación, definitivamente, destrucción de la auténtica Tradición Europea, (así como de la pérdida de identidad étnica y espiritual de otras tradiciones producidas por ese esperpéntico fenómeno llamado globalización). “El ocaso de la sangre es, al mismo tiempo, el ocaso de los dioses. La sangre pierde su significación espiritual, se seca, los antepasados callan. Comienza la lucha de todos contra todos. En lugar de sabiduría divina de los mitos se pone al intelecto mecánico, en el lugar de la interpretación del culto, la eficacia egoísta dentro del mundo de las muchas cosas. La libertad individual es comparada con muerte y decadencia. Estos sucesos humanos se reflejan en el cosmos como derrota de los dioses luminosos frente a los poderes oscuros. De manera poética la Edda expone así: el miedo invade al mundo, hasta los mismos dioses se sienten amenazados por la muerte de Balder, porqué éste, como ninguna otra figura, es la expresión más luminosa de la espiritualización de la naturaleza” [23].

Dios, Sangre, Tierra, todo es un centro, nuestra religiosidad y nuestra lucha. No podemos concebir nada independientemente, no tendría sentido sino fuese conjuntamente. Si creemos en la restauración del Imperium, y en este centro verdadero de nuestro Ser que es Dios, quedarán siempre implícitos los valores de los Ancestros y de la naturaleza.

Finalizando este ejercicio de memoria y reflexión, creyendo haber aportado una pequeña defensa al saber y a la religiosidad indoeuropea, acabamos con una última cita a modo de conclusión, por parte de una persona que desafortunadamente no pudo realizar el sueño de millones de europeos de restaurar unos principios y valores propios al mismo tiempo que universales: “…no se puede traicionar toda una vida ni el sentido y fin que le hemos dado. Nada se logra si esta obra no se basa en un gran imperativo y éste no nos ha venido de ningún jefe terrenal, nos ha venido del Dios que creó a su pueblo” [24].

Articulo escrito en Río de Janeiro (Lúa de Neve) en el año 1998. Revisado en Setiembre del 2000. Publicado en 2009 por Septentrion Lux, Actualidad y Cultura Europea.

NOTAS

[1] Vicente Risco, “Mitología Cristiana” ED. Galaxia 1994. Obras Completas, pág. 378.
[2] Celso, “El discurso verdadero contra los cristianos”. Alianza Editorial, pág. 60
[3] Eustaquio Sánchez-Salor. “Polémica entre cristianos y paganos” Ed.Akal/Cl. 1996, pág.63
[4] “Ashtravakra Gitâ”. Ed. José Olañeta, 1983, cap.IX, p ág. 28.
[5] Mircea Eliade, “La Prueba del laberinto”. Ed. Cristiandad, 1980, pág. 58.
[6] G. Costa, “Apología del Paganismo”. Ediciones Españolas 1926, pág.25
[7] René Guénon, “Consideraciones sobre la iniciación” EXCALIBUR XV, 1989, pág. 69
[8] Julius Evola, “La Raza del Espíritu”, Ed.Heracles, Cap.IV, pág.147.
[9] Alain de Benoist, Guillaume Faye, “Las Ideas de la Nueva Derecha” Capítulo “La Religión de Europa” Ed.Nuevo Arte Thor, 1986.
[10] Ver “La Tierra de la Luz”, de Christopher Levalois, Ed. Obelisco, 1989.
[11] “La Raza del Espíritu”, op.cit, pág.149.
[12] “Mitología cristiana “, op.cit. pág. 13
[13] “Cómo ser pagano” de Alain de Benoist, Ed.Drakkar, p ág.13
[14] “Diálogos” de L.A.Séneca, “De Providentia”. Ed.Altaya, 1994
[15] “Filósofos presocráticos”, en el capítulo “Acerca de la Naturaleza” de Jenofanes de Colofón. Ed.Altaya, 1995.
[16] “El Sol reencontrado de los hiperbóreos” de Jean Mabire. Col. Iskánder nº3, pág.146.
[17] “Druidas” de Jean Markale. Ed Taurus 1989, pág. 54
[18] “El esoterismo como principio y como vía”, F.Schuon. Ed.Taurus, 1982, pág.58-59.
[19] “Religiosidad indoeuropea”, H.F.K. Günther, Colección Janus, 1997, pág.167.
[20] “Rebelión contra el Mundo Moderno”, Julius Evola, Ed.Heracles 1984, pág.203.
[21] Op. Cit. Pág.71
[22] Op. Cit. Pág.95
[23] “La Corte de Lucifer”, Otto Rahn. Ed.Internacionales Rigal, 1992, pág. 218
[24] Discurso de Adolf Hitler en el congreso del partido en Nuremberg 1934)