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martes, 22 de diciembre de 2020

EL ORIGEN SACRO, CÓSMICO Y HERÓICO DE LA NAVIDAD


Ilustración de una antigua celebración de Yule, como se ve en el periódico alemán Die Gartenlaube en 1880.


“En lenguaje astronómico, el solsticio de invierno es el día en que el sol toca el punto más bajo de la elíptica, casi como si se alejara y se hundiera en la noche. En la época de las grandes glaciaciones, la humanidad blanca que quedaba en el continente europeo celebraba en este día la muerte y resurrección del sol. Al amanecer, después de la noche más larga del año, fuegos en forma de rueda recibieron al Sol invicto que se elevaba desde el abismo. Hoy, en el horizonte de Europa, está el solsticio de invierno , un invierno interminable de servidumbre y vergüenza. Pero creemos, queremos creer en la inminente resurrección de la Luz”. Adriano Romualdi


En “Roma e il natale solare nella tradizione nórdico-aria” (Roma y la navidad solar en a tradición nórdico -aria) ( La Difesa della razza , 1940), Evola escribe: 

Muy pocos sospechan que las fiestas (es decir, los días santos católicos) de hoy, en el siglo de los rascacielos, la radio, los grandes movimientos de masas, se celebra y continúa. . . una tradición remota, devolviéndonos a los tiempos en que, casi en los albores de la humanidad, comenzó el movimiento ascendente de la primera civilización aria; una tradición en la que, además, se expresa la gran voz de esos hombres más que una creencia particular.

Un hecho desconocido para la mayoría debe recordarse en primer lugar, a saber, que en sus orígenes coincidieron la fecha de Navidad y la del comienzo del nuevo año, no siendo esta fecha arbitraria, sino relacionada con un evento cósmico preciso, a saber, el solsticio de invierno. El solsticio de invierno cae de hecho el 25 de diciembre, que es la fecha de la Navidad, posteriormente conocida, pero que en sus orígenes tuvo un significado esencialmente solar. Eso aparece también en la antigua Roma: la fecha de la Navidad en la antigua Roma era la de la salida del sol, el Dios invicto, Natalis solis invicti . Con eso, como el día del nuevo sol - dies solis novi- en la época imperial trajo el comienzo del nuevo año, el nuevo ciclo. Pero este “nacimiento solar” de Roma en el período imperial, a su vez, se refería a una tradición algo más remota de origen nórdico-ario. Del reinicio, Sol, la divinidad solar, apareció ya entre los di indigetes, es decir, entre las divinidades de origen romano basadas en ciclos de civilización aún más lejanos. En realidad, la religión solar del período imperial, en gran medida tuvo el significado de una recuperación y casi de un renacimiento, lamentablemente alterado por varios factores de descomposición, de una herencia aria muy antigua.

Imágen del Sol Invictus romano, disco de plata, siglo III, hallado en Pessinus (Museo Británico).

En primer lugar, aclaremos una idea errónea sobre la fecha del 25 de diciembre, que algunos han creído que representa un error por parte de Julius Evola. Julio César, en su reforma del calendario del 46 a. C., sí fijó la fecha del solsticio de invierno el 25 de diciembre. A lo largo de los siglos, el error en la longitud del juliano hizo retroceder gradualmente la fecha astronómica. Cuando el Papa Gregorio reformó el calendario juliano, comenzó con un año posterior, correspondiente a un concilio de la Iglesia, en lugar del año original del 46 a. C. Por esta razón, el solsticio de invierno se movió hacia el 21 de diciembre en lugar del 25 de diciembre original. Por lo tanto, Evola tenía razón en su afirmación de que los datos de Navidad coincidían con el solsticio de invierno.

En el artículo, Evola vincula la fecha con el nacimiento de Mitra. También señala que en la antigua Roma, el "día del sol" era también el "día del Señor", otra tradición "adoptada" por los cristianos. También vincula este simbolismo de la luz con el prólogo del Evangelio de Juan.

La verdadera luz que ilumina a todo hombre venía al mundo

Evola concluye el artículo:

En la tradición aria y nórdica y en la propia Roma, el mismo tema tenía una importancia no solo religiosa y mística, sino sagrada, heroica y cósmica al mismo tiempo. Era la tradición de un pueblo, a quien la misma naturaleza, la misma gran voz, sobre la que escribí, en esa fecha, una tradición de un misterio de resurrección, del nacimiento o renacimiento de un comienzo no solo de “luz” y vida nueva, también de Imperium, en el más alto y augusto sentido de la palabra.

Por Cologero/ Gornahoor


            Origen de la Navidad

Cada año, cuando se aproxima la tradicional fecha del 25 de diciembre, todas las sociedades del mundo sufren las mismas  dificultades, contratiempos, disgustos e impedimentos de una sociedad que hace culto y honor a la bestia capitalista; el consumo. Se gasta lo que no se tiene y se celebra LO QUE NO SE ENTIENDE.  El sentido y la esencia navideña se fueron perdiendo con el pasar de los años y esta se transformó en una GRAN ORGÍA DE ALIMENTOS Y REGALOS que para nada conforman el espíritu que debe tener esta fecha tan importante.  Tan es así, que hasta hay quienes repudian estas celebraciones por creer que solo son un invento comercial.  Nunca una mentira se ha perpetrado y tergiversado tanto como es el VERDADERO ORIGEN DE LA NAVIDAD. 

En casi todo el mundo se celebra de maneras diferentes  a partir del supuesto nacimiento de Yeshua. En Persia, unos dos mil años antes de este supuesto alumbramiento, se celebraba el nacimiento de Mitra, dios de la luz, los egipcios adoraban a Horus, divinidad que provenía de la matriz virginal de Isis. Los aztecas conmemoraban el arribo de Huitzilopochtli, divinidad guerrera y solar. Los romanos a Apolo con su fiesta del Sol Invicto. Los germanos y escandinavos a Frey, dios del Sol Naciente, la fertilidad y la lluvia ornamentando un árbol de fresno, símbolo del legendario Yggdrasil, árbol de la Vida o del Universo. Según la cosmogonía nórdica, conectaba los nueve planos del cosmos, sus raíces y ramas mantenían unidos los distintos mundos, entre los que se destacaban, Asgard, tierra de los inmortales coronada por el Valhalla y residencia de Odin/Wotan. Midgard, reino de los humanos mortales y Helheim, morada de los muertos.

               Yggdrasil, árbol de la Vida o del Universo

El judeo cristianismo, al no poder  eliminar  aquellos símbolos, rituales, mitos, festividades y tradiciones paganas los “cristianiza”. San Bonifacio, evangelizador de la Germania pagana taló un fresno de tal naturaleza, plantando una conífera adornada de velas y manzanas. Sus hojas perennes simbolizaban el amor permanente al Dios bíblico; las manzanas, en las que han derivado los tan conocidos adornos esféricos, representaban las tentaciones y el Pecado Original, y los candiles equivalían al Cristo como Luz del Mundo. Tal es el germen originario de la iconosfera exotérica de la Navidad en el presente: sólo una deformación de mitologías preexistentes “acomodadas” por el Cristianismo, apropiándose de ellas y eliminándolas con la globalización religiosa y cultural que el Imperio Romano (una vez que adaptó el credo de la cruz luego del reinado de Constantino), impuso a la Europa conquistada hasta el día de hoy. La leyenda de un dios que muere y resucita es  frecuente entre los pueblos celtas, germanos, griegos, egipcios y arios. Es extraño y no casual que la fecha del 25 de diciembre en que los cristianos celebran la natividad de Jesús coincida con la fecha en que los paganos festejaban miles de años antes el renacimiento del Sol luego del largo invierno. Según la Biblia, María y José no encontraron hospedaje en la ciudad de Belén, debido a que se celebraba una festividad judía y la población del campo ahora se encontraba en la ciudad; en consecuencia debieron alojarse en un establo. ¿Cuál es la celebración que conmemoran los judíos un 25 de diciembre? Ninguna, la única es la de Hanukha, y se conmemora por los eventos que sucedieron durante la revuelta macabea ocurrida muchos años DESPUÉS de la muerte de Jesús. Un total contrasentido. También el nacimiento del niño Dios, tiene una  “extraña” y “casual” similitud con la tradición hindú de Krishna, la octava reencarnación del dios Vishnú. El tirano Kamsa advierte del nacimiento del niño-dios ordena la muerte de todos los infantes nacidos en esa época, igual que como aseguran los cristianos que hizo Herodes aun cuando no existe registro histórico que corrobore ese hecho. Los padres de Krishna también escapan a una ciudad vecina, Vrindaban y Krishna también nace en “un establo”. Tras la Navidad  se oculta una de las más importantes  y profundas constantes del alma de la cultura europea.  La noche del 24 y 25 de diciembre marca el solsticio de invierno, la noche más larga del año. 

En la Biblia, Malaquías escribió refiriéndose al Mesías, “el Sol de la Justicia”. También Arthur Weigall (1880-1934, egiptólogo, periodista y escritor) expresa al respecto: “Esta nueva fecha fue elegida enteramente bajo influencia pagana. Desde siempre había sido la del aniversario del sol, que se celebraba en muchos países con gran alborozo. Tal elección parece habérsele impuesto a los cristianos por hallarse éstos en la imposibilidad, ya fuera de suprimir una costumbre tan antigua, ya fuera de impedir al pueblo que identificara el nacimiento de Jesús con el del Sol. Así hubo que recurrir al artificio, frecuentemente empleado y abiertamente admitido por la Iglesia, de dar una significación cristiana a este rito pagano irreprimible" (Survivences païennes dans le monde chrétien, París, 1934).

Esta misma tesis es admitida por numerosos autores cristianos. Credner, en 1833, señalaba: "Los Padres transfirieron la conmemoración del 6 de enero al 25 de diciembre porque la costumbre pagana quería que se celebrara en esta fecha el nacimiento del Sol, encendiendo velas en signo de alegría, y porque los cristianos tomaban parte en estos ritos y festejos. Cuando los doctores vieron cuán ligados seguían los cristianos a esta fiesta, tomaron la decisión de hacer que la Natividad se celebrara en este día" ("De natalitiorum Christi origine", Zeitsch, Hist. Theol., III).

Para los cristianos el día del Señor es el domingo (día del Sol) una prueba más del culto Solar que envuelve al Cristianismo. Uno de los más antiguos dispensadores de regalos es, curiosamente, San Martín, el mismo que da la señal para la matanza ritual del cerdo, patrón de las fiestas del buen comer y mejor beber, del que quedan evidentes huellas en diferentes regiones alemanas y en algunas zonas rurales de Bélgica, como así también en Cataluña. El escritor F.X. Weiser, explica: "tras el nombre de Santa Claus se oculta la figura del dios pagano germánico Thor, cuya leyenda ha pasado al viejo obispo en la presentación moderna de San Nicolás. Para nuestros antepasados paganos, es el dios más alegre y mejor, que nunca dañaba a los humanos, sino que los ayudaba y protegía. En cada casa se le consagraba un lugar especial ante el altar, y se decía que descendía por la chimenea en su elemento, el fuego" (Fetes et coutumes chrétiennes. De la liturgie au folklore, Mame, 1961). 

Pero este origen germánico se complica si tenemos en cuenta que, en la tradición popular de los Países Bajos, se dice que San Nicolás viene de España. ¿Es sólo un recuerdo de la época imperial? El antropólogo José Antonio Jáuregui narró hace poco tiempo su descubrimiento de que hacia los siglos XV o XVI existía igual fiesta de San Nicolás en Valencia, lugar de escasísima presencia germánica. ¿Es la misma fiesta? ¿Tal vez el actual San Nicolás centroeuropeo es una composición de elementos germánicos y otros mediterráneos aportados por los soldados españoles? Misterio. En todo caso, lo seguro es que no se trata del obispo de Mira.

    El Árbol Eterno

Los primeros datos acerca de esta costumbre en la época moderna datan de los años 1521 y 1539, y siempre circunscritos a esa región de Europa. No se extenderá por todo el continente hasta el siglo XIX. El tema del árbol ligado a la fiesta del solsticio parece ser antiquísimo, J. Lefftz lo remonta al paganismo antiguo (Elsässischer Dorfbilder, Wörth, 1960) y parece claro que no hay ningún rastro cristiano en él. En la simbología cristiana, el único árbol conocido es el árbol del jardín del Edén, del que Adán comió el fruto prohibido, desobedeciendo a Yahvé. Por el contrario, algunos datos de la vieja Irlanda y sobre todo de Escandinavia permiten remontar esta costumbre a un viejo culto al árbol germánico. En la actualidad se admite, con M. Chabot, que "en los tiempos paganos, en las fiestas de Yule, celebradas a finales de diciembre en honor del retorno de la Tierra hacia el Sol, se plantaba ante la casa un abeto del que colgaban antorchas y cintas de colores". El árbol no aparece solo en la tradición germana, sabemos gracias a Virgilio,  que en Roma durante el periodo de las saturnalias, se colgaba en plaza pública un árbol cargado de juguetes. Es indudable que el árbol es un componente arraigado en las tradiciones europeas, es un SÍMBOLO SAGRADO, trabaja como eje y pilar del mundo. 

El árbol, con su imponente y sobrecogedora  estructura, sus bellas hojas, su sólido tronco y sus hondas raíces, es una representación del COSMOS Y DE SU ORGANIZACIÓN; pone en contacto los diferentes niveles del mundo (el cielo, la superficie y el reino subterráneo); une el presente, el pasado y el futuro, y liga al hombre con su linaje y su devenir. Vínculo de lo continuo y lo discontinuo, representa la vida que nunca se consuma y por eso es símbolo de la regeneración perpetua de la vida (así como su color lo indica, verde). El solsticio de invierno, es un testimonio fiel del RENACIMIENTO ETERNO DEL SOL. Por lo tanto, Árbol y Navidad, mantienen entre sí una conexión indestructible de profundos significados.

En una antigua tradición nórdica, los árboles de hoja perenne se quemaron para fomentar el regreso del sol. Un descendiente directo de esta práctica que todavía se lleva a cabo en la actualidad es la quema del tronco de Yule. El tronco ceremonial de Yule, idealmente de Ash, del árbol del mundo nórdico Yggdrassil, es el punto culminante del festival del solsticio. De acuerdo con la tradición, el tronco de Yule debe cosecharse en la tierra del dueño de la casa o regalarse, pero nunca debe comprarse. Una vez arrastrado a la chimenea, se decora con vegetación de temporada, se bendice con sidra o cerveza y se prende fuego con un trozo de tronco de los últimos años que se ha guardado para este propósito. Luego, el tronco arderá durante la noche, arderá durante 12 días y se extinguirá ceremonialmente. El papel del tronco de Yule es traer prosperidad y protección contra el mal.

Esto es la Navidad; un antiguo rito pagano, hondamente religioso; solo quienes son muy ignorantes niegan la existencia de una religión pagana, y que el cristianismo, en Europa, adoptó con toda naturalidad, generalmente forzada por el sentido popular de lo sagrado, de la misma manera el cristianismo apropio gran número de elementos rituales cuyo significados sacros ocuparon el continente europeo mucho antes de que hiciera su aparición Yeshua el hijo de Yahvé. Somos muchos los que lamentamos profundamente la pérdida de la esencia y el origen de la Navidad. No es el Sol Invicto quien va a matar a Jesús el 25 de diciembre, sino que es Mammón, ese dios abyecto del dinero, quien parece haber exterminado a los dos. 

Tal vez perciban muchos pobladores europeos que el Sol se ha puesto definitivamente en un solsticio apocalíptico. Pero, no, el Sol siempre vuelve a salir; el Sol volverá. Esto es lo que significa la Navidad. Y ésto es lo que algunos, fieles a todas nuestras raíces, hemos celebrado y celebraremos desde siempre. 

No es el héroe quien nace y se educa en el heroísmo, sino el que surge como reacción a la NADA que avanza.  Ni siquiera nuestros enemigos más poderosos podrán apagar el fuego del solsticio mientras nuestra gente viva. Nunca dejes que el fuego navideño muera. 

  ¡Salve al nuevo amanecer que se avecina! 

                     

Cuando la tierra es estéril, la luz renace.

Cuando los animales duermen, la luz renace.

Cuando todas las hojas han caído, la luz renace.

Cuando los ríos se congelan, la luz renace.

Cuando las sombras se alargan, la luz renace.

Cuando el calor ha desaparecido, la luz renace.

En la noche más oscura, la luz renace.